"Siempre es un alivio que mis personajes puedan darse el lujo de enloquecer por mí"
(Javier Miranda-Luque)

VÍDEO-TRÁILER

ADVERTENCIA PARA LECTORES DESPREVENIDOS:
esto es un portal de NARRATIVA, integrado por un conjunto de relatos que se van agregando sin periodicidad alguna.

En la columna izquierda dispones de un ÍNDICE que te permite acceder a cada texto específico.

TE(CN)OLOGÍA

“En cualquier milenio, el sempiterno adversario
se apropia de innovadoras usanzas de asedio”
(Observancia contemporánea de la Doctrina de la Fe,
Tipografía Políglota Vaticana, 2006)


Tercer ojo el mío. Espiando las sesiones de chateo de mis clientes. Y las grabaciones de las webcams con quienes se conectan. Y los documentos que automáticamente se duplican en mi servidor: el Mephystox GWG cuya memoria se expande en plan big bang informático. Es como una boa que se inflama para poder alojar al huésped que la alimenta y, su contraparte, una vagina dilatada en proceso de parto.

Las franquicias inmobiliarias terminaron de aniquilar la administradora de condominios de mis padres. Una empresita familiar fundada en 1958 que intermediaba –de lunes a viernes y en horario de oficina– entre arrendadores y arrendatarios. Mi tío abogado arbitraba los escasos conflictos y el negro Pastor colectaba los pagos, a cuenta de sus dos metros de estatura y 98 centímetros de circunferencia, desterrando moras y domiciliando a los maulas.

En el local de planta baja y mezzanina he instalado el ciber. 280 metros cuadrados propios, aunque sin estacionamiento. “El espacio jamás sobra”, pontificaba mi padre, “la amplitud es un valor agregado, techos altos como éstos que nos cobijan ya sólo se ven en la capilla sixtina”. Arquitectura perezjimenista que despilfarraba mármol, granito, bronce y vitrales.

Devueltos mis progenitores a su Rioja natal, reduje mis predios domésticos al área trasera de la mezzanina, construyéndome un mini-loft de dos ambientes:
1- breve baño con estratégica ducha sobre poceta + lavamanos adosado a un lado con caprichoso ventanal romboidal.
2- sala/comedor/cocina/closet/biblioteca/domitorio/estudio bordeado por angosto balcón enrejado con aires de mexican border donde el Guaire se metamorfosea en Río Grande y el desierto de Sonora en solar con alopecia de matorrales. Los coyotes son famélicos perros callejeros asociados en jaurías disidentes, de acuerdo a las mudanzas del carrito vendedor de carne en vara, signadas no por las ambiguas ordenanzas municipales, sino por las puntadas de culo de la policía.
El frontal de la mezzanina es mi oficina con panorámica acristalada (mi ciberpecera sin agua) de 180º sobre la planta baja.

Tardé semanas en entender a qué se dedicaba. Mi vecino de enfrente es un copista de Cabré que clona entre 2 y 3 lienzos a la semana. Se especializó, exclusivamente, en esa imagen imponente del Avila verde y purpúreo, visto desde los campos de golf del Caracas Country Club. El marchante lo visita regularmente, cargando los duplicados que revende con lucro enfático. Samuel apenas sale de su apartamento –ataviado de ciclista nocturno con telas reflectantes que pingponean las luces de los automóviles– para cabalgar su bicicleta asiática manufacturada en ligera aleación de aluminio. Un ciclo-clan de adlátares lo secunda en sus pedaleos de 366 madrugadas bisiestas.

Norma desgasta la acera paseando a sus perros, tres veces por jornada, un par de vueltas a la manzana. La compra del periódico vespertino es otro periplo, ella sola, igual que la visita al cuchitril donde venden lotería; el salto olímpico al abastos y carnicería don Félix haciendo gruesos malabares con sus mínimas consumiciones o la bebedera de café con chismes, tibio, sin espuma, en la panadería esquinada donde confluye la brisa norte/sureste que telonea faldas desprevenidas de transeúntes nada atractivas.

Admiro la versatilidad de Elisa simultaneando acciones simples, sí, pero que a mí se me dificulta emprender con la naturalidad de ella: comerse un sándwich sin regar migas mientras lee una novela voluminosa de tapa dura; fumar con exquisito dominio del cigarrillo impecablemente encendido, jugando escultóricamente con el humo, a la par de conversar entre varios interlocutores y vaciar su vaso cervecero. Cuando acude a mi ciberlocal (que no cibercafé, pues he decidido no expender ni autorizar la ingesta de ninguna clase de alimentos ni bebidas para evitar que me ensucien teclados, mouses, pantallas, webcams, micrófonos, audífonos, etcétera), paraelisa19geminis79@worldmail.com chatea con diez o más contactos, redacta correos impecables y consulta el taróscopo en línea. Nunca juega en red ni visita sexpages.

La fidelidad de la clientela es una mierda. Responden –perros pavlianos– a la sombra del aire acondicionado, a las promociones que me invento y, en síntesis, a la oferta del tiempo de uso de la computadora. Pero éste es un negocio por volumen donde mi máximo interés es mantener los equipos ocupados, produciéndome efectivo que pague una y mil veces el costo de maquinaria e insumos. Además, derecho de frente, condominio, electricidad, impuestos, peajes filibusteros que aumentan al ojo por ciento e incrementan los costos operativos de mi Cibérpolis.

A estos bestias desprovistos de tecnología en sus hogares, yo los conecto, en tiempo real, con el planeta entero. Su mayor contacto high tech se limita al teléfono celular que subutilizan y a uno que otro MP3 o pen drive de baja ralea. Cuando disparan sus infracamaritas digitales, lo hacen en máxima resolución, como si fueran a imprimir una valla publicitaria de vastas dimensiones, recargando el sistema global de basura electrónica prescindible, con el envío indiscriminado de imágenes pesadísimas, sobrexpuestas, amorfas, desenfocadas.

Es el uso fofo de internet, por culpa de analfabetos cibernéticos que desconocen la conveniencia del ancho de banda para obtener fluidez y rapidez en las comunicaciones. Pero ellos son mi público-meta, la fuente de mi negocio, y debo nutrirme de su ignorancia techno, de sus bolsillos depauperados, de sus patrones de consumo insensato. Lunes demagógico de tarifas recortadas al 50% con íconos pixelados que nadie nota. Sábado a domingo de juegos en red, abiertos toda la noche. Miércoles lentísimos, de exhausta memoria RAM, para ciudadanos de la tercera edad que temblequean ante el teclado. Jueves estudiantiles de consultas enciclopédicas en línea y bibliotecas virtuales especializadas. Viernes adúlteros de porno fetichista con beldades centroamericanas y dominatrices rumanas.

Sustituyo mis ambiciosos equipos iniciales de calidad certificada por clones vomitivos. A los mouses ahora hay que torturarlos para que respondan. ¿Disfrutan mi Guantánamo virtual con alambres de púas que lastiman la digitalización y enceguece la precaria luminosidad de las pantallas? Truequeé cada webcam Sony por siete cybertshots indonesios de fotografía secuencial en color sepia con distorsión magenta. Los chamos flipan con los “finísimos efectos cromáticos”.

La memoria y prestaciones de mi Mephystox primigenio, ahora Mephystox GWG2020 no deja de bingbanguear. Renové mi monitor por una pantalla plana de 3 milímetros de espesor, un cuarto de kilo de peso y 59 pulgadas de formato wide screen framed. Mi tercer ojo sin párpado incapaz de distraerse de sus múltiples objetivos. ¿Para qué tomarme el trabajo de desplazarme y volverme a asomar a ninguna de mis ventanas, si mi sistema perimetral de cámaras externas e internas registra una gama de 1416 subtonos cromáticos en 360º? Dispongo de encuadres picados, contrapicados, cenitales y opción de visión térmica e infrarroja, con aplicaciones extensivas, a control remoto láser, en los monitores secundarios instalados en mi loft residencial de la trastienda.

De lejos, el mejor usuario de correos electrónicos es fagundezmartino@emailing.com  Maneja dosificadamente el protocolo de la red, acusando recibo oportuno de los e-mails pertinentes, desechando spams sin abrirlos y bloqueando mensajes incorrectos. No usa el messenger y, en sus frecuentes visitas a páginas web, se desplaza de link en link con la prestancia de un Tarzán eficiente saltando de liana en liana. No deja rastros incriminatorios ante ninguna instancia.

He reincidido en ronronear con el ron, sin efectos colaterales de estómago sucio, aunque sí persiste una migraña light a la vigilia siguiente. Ha sido el bolsillo quien dictaminó el brand ronesco: gran reserva de santa teresa (a miles de bolívares escuálidos el litro completo en botellón pecho cuadrado), regateado en la licorería anexa y degustado sólo con hielo que jode en el obeso tazón de cerámica índigo, impreso con el logotipo de mi Cibérpolis en tinta de polímero fosforescente.

Considero que los e-mails son la modalidad de comunicación menos invasiva, seguidos por los mensajes de texto SMS, los telefonemas celulares que identifican llamadas y, en la cúspide, se ubican los chateos donde ves y te ven mediante webcams de prodigiosa óptica gran angular que no deja nada fuera de encuadre.

Intervengo recomponiendo la vida de mis habitués. Así paso de simple diosito mirón fiscalizador a deidad interventora y plenipotenciaria. Registro cuentas de correo electrónico a nombre de mis ciberusuarios, dotándolos de inéditas identidades homónimas y existencias paralelas. En mis manos, se vuelven personajes creíbles, cabales, estupendos, que interactúan entre ellos optimizando sus entornos. Es una comunidad virtual de acciones e intereses vinculantes. Delia Fiallo y Balzac sonríen orgullosos de mis travesuras veniales. Ellos hubiesen hecho lo mismo de haber contado con la te(cn)ología.

Deshago compras a crédito de artículos suntuarios y, en retribución, suscribo seguros médicos super ventajosos a favor de mi feligresía tácita de nautas. Rejuvenezco fechas de nacimiento y retoco fotos by photoshop en planillas de empleo, agraciando perfiles profesionales de mis ahijados computarizados. Don Vito Corleone me augura bendiciones desde la carátula plastificada del allpack de “El Padrino”, contentivo de los 4 dvd’s remasterizados digitalmente y el reciente juego de rol para Nintendo.

A vecinos indeseables los involucro en vergonzosos episodios de pedofilia o los denuncio al Seniat por irregularidades en la declaración de sus tributos, si son personales naturales, o imprecisiones graves en la emisión de sus facturas a los comerciantes.

Activando mi propia versión de la rueda kármica, orquesto un carrusel de equidad etérea que canaliza mi vocación social, atenuando mi tedio. Recomiendo o comento films, libros, dietas y demás opciones de ocio, apoltronado en la confortable clandestinidad de mi blog recién colgado.

Hacker peso gallo que he llegado a ser, redistribuyo raudas ráfagas de riqueza entre mis acólitos, frecuentando cuentas bancarias nominalmente ajenas.

En este instante reescribo la wikipedia incluyéndome (cito textualmente) “líder del reino de Virtualia, reelecto en acto reflejo por sus ciudanautas”

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